Cuando el renombrado escritor escocés Walter Scott estaba postrado en su lecho y a punto de morir, le dijo a su yerno: “Tráeme el Libro”. Pero como Scott tenía veinte mil volúmenes en su biblioteca, el yerno quedó confundido. De modo que le preguntó: “¿Cuál libro?, señor” Se dice que el famoso autor de novelas históricas respondió: “No hay nada más que un libro: la Biblia.” Los biógrafos de Walter Scott (Edimburgo 1771-1832) no aclaran si el escritor estaba delirando, o si fue ese un gran momento de iluminación. La obra del autor de Ivanhoe tuvo una enorme trascendencia, incluso para la literatura en español, pues de su mano entró el romanticismo tanto en España como en América Latina. Por eso todavía resulta más curioso lo que quedó registrado en el diario de este cristiano de fe firme: "Desnudos venimos al mundo y desnudos salimos".
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