INFARTOS
Cuando te enojas, tu cuerpo libera adrenalina y cortisol: dos hormonas que preparan a tu organismo para defenderse o escapar.
Ese cambio químico aumenta la presión arterial, acelera el ritmo del corazón y hace que los vasos sanguíneos se contraigan.
Con el tiempo, esto provoca desgaste en el corazón y endurecimiento de las arterias, lo cual puede aumentar el riesgo de sufrir un infarto.
PROBLEMAS DIGESTIVOS
Cuando te enojas, tu cuerpo cree que está en peligro.
No distingue entre un enojo por tráfico o una amenaza real, como si alguien fuera a atacarte.
Así que el cerebro activa un sistema de defensa automática, liberando cortisol y adrenalina.
¿La prioridad? Sobrevivir.
Y para eso, corta funciones que no considera urgentes, como la digestión.
Si esto pasa todos los días, el estómago produce más ácido del necesario, se inflama y comienzan a aparecer úlceras, colitis, reflujo y malestar constante.
Incluso la flora intestinal se desequilibra, haciendo que digerir ciertos alimentos se vuelva más difícil o doloroso.
DERRAMES CEREBRALES
Durante un ataque de ira, el corazón bombea con más fuerza.
La adrenalina hace que la sangre circule con más presión, y ese aumento súbito puede dañar o romper vasos sanguíneos delicados en el cerebro.
Esto puede desencadenar un derrame cerebral.
Especialmente si ya existe hipertensión previa, el enojo puede ser el detonante final.
INSOMNIO
Cuando estás enojado, tu cuerpo entra en estado de alerta.
Eso significa que no puede relajarse lo suficiente como para conciliar un sueño profundo.
Y cuando se vuelve algo frecuente, tu descanso se fragmenta, te levantas más cansado, y con el tiempo, puede dañar la memoria, la concentración y el sistema inmunológico.
DEPRESIÓN
El enojo no expresado, cuando se guarda y se acumula, se convierte en frustración.
Y esa frustración, a largo plazo, puede convertirse en tristeza.
Según expertos en salud mental, muchas personas que sufren depresión han vivido años sintiendo enojo constante sin saber cómo procesarlo.
Al final, cuando ya no puedes sacarlo hacia afuera, el cuerpo y la mente lo dirigen hacia adentro.
El enojo no se elige, pero sí se puede trabajar.
No se trata de dejar de sentir, sino de no vivir atrapado en esa emoción todos los días.
La salud mental no es un lujo: es una necesidad.
Si sientes que todo te irrita, que no puedes controlar lo que sientes, que todo te afecta… escúchate.
El cuerpo lleva tiempo gritando lo que tú has querido callar.
Ayuda a que esta informacion llegue con todas las personas que ames. No es solo por su carácter… es por su salud.
IMPORTANTE. Este contenido tiene un propósito informativo y no sustituye una consulta médica profesional. Antes de tomar cualquier decisión relacionada con tu salud o la de tu familia, acude con tu médico de confianza.